
Del amenazado karst camboyano emergen nuevas especies animales

Un biólogo podría dedicar en vano toda su vida a buscar nuevas especies animales. A un equipo que exploraba los karsts de piedra caliza en Camboya le tomó una sola noche encontrar tres.
El trío de gecos recién descubiertos ilustra la increíble y, a menudo, ignorada biodiversidad en estos paisajes de belleza agreste, así como los riesgos que representa el apetito de la industria del cemento por la piedra caliza.
"Puedes entrar en una cueva, recoger algunos especímenes y es muy probable que algunos sean nuevos para la ciencia. Ese es uno de los aspectos mágicos de los ecosistemas kársticos", explica Pablo Sinovas, director de la ONG Fauna & Flora en Camboya y especialista en serpientes.
Los paisajes kársticos, como los famosos salientes de la bahía de Halong en Vietnam, son estructuras antiguas formadas hace millones de años a partir de coral.
La erosión de la lluvia crea sus característicos exteriores acanalados y picados, así como vastas cuevas y túneles interiores.
Y cada cavidad kárstica puede contener tesoros de biodiversidad, señala Lee Grismer, profesor de La Sierra University en Estados Unidos.
"Las especies se desarrollan en estos entornos rocosos", comenta este especialista en gecos.
En julio, él y otros científicos visitaron la frontera entre Camboya y Tailandia para estudiar las rocas kársticas con el objetivo de, a largo plazo, concienciar al público sobre su protección.
- Ranas, serpientes, gecos -
Al caer la noche, cuando los murciélagos que viven en las grietas del karst salen a cazar, los científicos armados con linternas frontales buscan cualquier indicio de vida animal en el macizo de Phnom Proek, en el oeste del país.
El karst es rico en ranas, serpientes y gecos.
Entre los cerca de 40 especímenes recolectados en una sola noche, tres parecen ser descubrimientos: un gran geco moteado, otro geco con dedos curvados y cola rayada y uno con dedos palmeados.
Para determinar si estas especies son conocidas, los científicos primero las colocan en una bolsa que contiene suficiente aire para mantenerlas vivas, luego las fotografían en su habitación de hotel.
Tomarles fotos en su entorno natural sería arriesgado: "Estos animales pueden escapar y perderíamos la nueva especie", explica Grismer.
Incluso en la habitación, algunos escapan y se esconden detrás de un refrigerador o en el baño.
Después se les practica la eutanasia, y luego son etiquetados y medidos.
El hígado, rico en ADN, se utiliza para secuenciar, lo que permite determinar si ya era conocido.
Finalmente, se inyecta formaldehído antes de colocarlo en cajas.
Esa noche, los científicos también descubren una especie de víbora de cabeza verde, recientemente encontrada en Tailandia pero que aún no había sido vista en Camboya.
"¡Superlugar!", se entusiasma Grismer, a pesar de los agujeros que pueden esconder especies venenosas, el riesgo de tropezar con minas antipersonales y las tensiones fronterizas.
El científico de 70 años ha descubierto decenas de especies a lo largo de su carrera, con la misma emoción de siempre.
"La misma emoción, intensidad, fuerza... que regresan con fuerza", testifica.
- "Tesoros nacionales" -
Para la ONG Fauna & Flora, estas expediciones de investigación deben convencer al gobierno para que proteja más las zonas kársticas del país, algo que algunos responsables locales ya han entendido.
Pero a nivel nacional, el desafío es más complicado debido a la creciente demanda de cemento, para la cual el karst constituye un yacimiento muy valorado.
Camboya produce 11 millones de toneladas al año, indicó el primer ministro Hun Manet en mayo, al elogiar un sector que ha creado empleo y reducido las importaciones. También reconoció que la extracción debe hacerse de manera "responsable".
Tuy Noeun, un habitante de Phnom Proek que guió la expedición científica de Grismer, explica que la población local cree que el karst está habitado por espíritus y no estaría en contra de la instalación de una cementera.
"Queremos empleo", explica.
Pablo Sinovas espera por su parte que las zonas que albergan especies raras sean protegidas.
"¿Convertirías Angkor Wat en una cementera?", pregunta, en referencia al famoso templo camboyano clasificado como patrimonio mundial por la Unesco.
"No, no lo harías porque es un tesoro nacional", continúa. "Algunas de estas especies también deberían ser consideradas como tesoros nacionales".
H.Zampino--INP